El futuro del empleo en la construcción en México:
Entre la innovación y la capacitación pendiente
El sector de la construcción en México enfrenta una transformación silenciosa, pero profunda. Los próximos cinco años estarán marcados por la convergencia de inteligencia artificial (IA), nuevas técnicas constructivas, presiones de una posible crisis económica y una evidente brecha de capacitación en la fuerza laboral.
IA y digitalización: amenaza o aliada
La implementación de BIM, gemelos digitales y drones está redefiniendo los procesos en obra. Esto no significa menos empleos, sino una reconfiguración de perfiles: menos dibujantes en 2D y más coordinadores digitales, controladores de costos y técnicos de supervisión con herramientas digitales. El reto es que la mayoría de los trabajadores no ha tenido acceso a esta formación.
Nuevas técnicas de construcción
La industrialización de la construcción —prefabricados, modulares y hasta impresión 3D— moverá parte del empleo del sitio de obra a plantas de producción. Esto implica menos horas-hombre tradicionales en campo, pero más oportunidades para técnicos en manufactura, logística y ensamble.
Crisis económica y vivienda rezagada
El ciclo económico y la debilidad en la vivienda son riesgos claros. Si la obra pública o la inversión privada se frenan, los primeros afectados serán los oficios no calificados. La informalidad —que todavía supera el 50% en el sector— amplifica la vulnerabilidad del trabajador.
La gran barrera: la capacitación
El denominador común es la falta de programas de certificación y reconversión laboral. México necesita invertir en competencias que trasciendan fronteras: operadores de drones, especialistas MEP (mecánicos, eléctricos, plomería), coordinadores BIM, técnicos en prefabricado. Sin estas herramientas, la fuerza laboral seguirá siendo abundante pero poco competitiva frente a la demanda que exige la industria.
En los próximos cinco años, el empleo en la construcción en México no desaparecerá, pero cambiará de rostro. La innovación no es una amenaza si va acompañada de capacitación y certificación. El verdadero riesgo está en la inercia: mantener a los trabajadores fuera del circuito de las nuevas competencias, y eso es tarea de la STPS, la SEP como precursores definitivos.
El desafío es grande, pero también lo es la oportunidad: reconvertir la mano de obra en talento especializado capaz de sostener la competitividad del país en el mercado global.
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