Cuando el C.O. se convierte en uno de los mayores “empleadores” de México
En México solemos hablar de empleo formal, productividad y competitividad. Pero rara vez miramos una realidad incómoda: existe una estructura paralela que recluta, financia y opera con una escala comparable a las grandes empresas del país. Esa estructura es el crimen organizado.
Un estudio publicado en la revista Science (Sept. 23) estimó que los grupos criminales emplean entre 160,000 y 185,000 personas en el pais. Con esa cifra, se colocan como el quinto “empleador” más grande de México, muy por encima de muchas cadenas industriales y comerciales.
Pero hay una diferencia fundamental: Estos “empleos” no generan derechos, no pagan impuestos, no aportan a la economía nacional. Sólo financian violencia, extorsión y un círculo de dependencia que se reproduce a nivel comunitario.
Una fuerza laboral que el país no ha sabido absorber
El estudio señala que estas organizaciones requieren 350 nuevos reclutas cada semana solo para mantenerse operativas y en algunos casos hacen levas. La mayoría son jóvenes que reciben entre $5,000 y $10,000 pesos semanales, ingresos superiores a los ofrecidos por muchos trabajos formales en regiones rurales o marginadas.
Una economía ilícita con ingresos multimillonarios
Las estimaciones más conservadoras indican que el crimen organizado genera entre 15 y 30 mil millones de dólares al año. De ese monto, su “masa salarial” ronda 14 mil millones de pesos anuales. Una maquinaria económica que, sin aportar valor social, compite con el Estado y la empresa privada por mano de obra.
El verdadero reto
Cuando un joven debe elegir entre ganar $10,000 pesos al mes en la agricultura o $20,000 o mas en actividades criminales, el país enfrenta un desafío que no se resuelve solo con seguridad: se resuelve con empleo digno, educación accesible y presencia institucional.
El crimen organizado no sólo destruye vidas. Ocupó el vacío que dejamos en miles de comunidades.
Conclusión
Para reducir su poder, México necesita más que operativos: necesita competir contra ese “empleador” ilegal con mejores oportunidades, mejores salarios y una estrategia que integre a quienes hoy están fuera de la economía formal.
Reconocer la magnitud del problema no lo normaliza: lo expone. Y sólo lo que se expone se puede cambiar.

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