Reducción de la Jornada Laboral

Por instrucción presidencial, el Poder Legislativo retomará en noviembre la discusión —ya encaminada— sobre la reducción de la jornada laboral, con la meta de iniciar su aplicación gradual el 1º de mayo de 2026, en el marco del Día del Trabajo.

El plan busca disminuir progresivamente la jornada semanal de 48 a 40 horas a lo largo de cinco años. Aunque la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) no presentó el proyecto en septiembre como se había previsto, mantiene un “diálogo técnico” con sindicatos y representantes empresariales para definir un modelo equilibrado y viable.

Entre las medidas analizadas destacan la posibilidad de establecer un tope uniforme de ocho horas diarias y la revisión del régimen de horas extraordinarias, con el propósito de armonizar la reforma con la realidad productiva de cada sector.

La presidenta Claudia Sheinbaum ha subrayado que esta reducción no sustituirá los incrementos salariales, anticipando que el salario mínimo podría aumentar entre 12% y 16% en 2026.

El éxito de la reforma dependerá de una implementación gradual y consensuada, capaz de proteger al trabajador sin comprometer la competitividad empresarial. Es una tarea compleja, con múltiples aristas: no se trata únicamente de trabajar menos, sino de trabajar mejor, con liderazgo, productividad y equilibrio frente a la presión inflacionaria.

Sin embargo, aún no existe un plan concreto para ejecutarla sin afectar la estructura laboral actual; su viabilidad pasa inevitablemente por la automatización, la inteligencia artificial y la eventual reducción de plazas de trabajo.

Queda abierta la incógnita sobre su impacto real en los salarios intermedios y en la sostenibilidad del empleo en las PYMES. Esa será, sin duda, la verdadera prueba que deberán enfrentar sindicatos y empleadores en los próximos años.